El lapislázuli es una piedra semipreciosa compuesta por los minerales lazurita, silicato cálcico complejo que le proporciona el color azul característico, wollastonita y calcita, que producen el veteado gris y blanquecino, y pirita, que produce los reflejos dorados.

Tiene peso específico de 2,4 y dureza de 5,5 en la escala de Mohs. Brillo vítreo y fractura concoidea. No es atacable por el ácido clorhídrico, hecho que facilita su diferenciación de otras rocas como la azurita que "efervesce" al reaccionar con ácido clorhídrico diluido (10%).

Prácticamente todo el lapislázuli utilizado en la antigüedad en Eurasia se obtenía de minas situadas en las montañas occidentales Hindu-Kush de Afganistán, las cuales todavía son explotadas con procedimientos muy similares a los utilizados hace miles de años y que produce la de mejor calidad. En América, los incas y otras culturas precolombinas explotaron hace más de 8.000 años yacimientos en las serranías del Perú, utilizándolo en máscaras, ornamentación y decoración.

Además de encontrarla en Afganistán, hay otros depósitos en Alemania, Angola, Canadá, Chile (al norte de Santiago), Myanmar, Pakistán, Rusia (lago Baikal) y los Estados Unidos (California y Colorado). El yacimiento Flor de los Andes, en Chile, se ubica a 3.600 metros de altura, en la cordillera de Ovalle, al este de Tulahuén, en la comuna de Monte Patria.

Este yacimiento fue encontrado a mediados del siglo pasado, y el descubrimiento de una piedra en forma de punta de flecha construida en lapislázuli en las cercanías de este lugar ayudó a descubrir en 1921 que esta roca era probablemente conocida en los tiempos prehistóricos de América por los diaguitas.

En el antiguo Egipto se consideraba una piedra muy importante y preciada , adornando los escarabajos sagrados con ella, o en máscaras funerarias. También la usaban para la medicina en forma de polvo.

El polvo del mineral, la azurita o lazurita, proporcionaba un pigmento azul, el azul ultramar, y en la Edad Media, se usaba para producir el característico pigmento azul ultramar para pintores o para teñir telas. Además fue muy buscado entre los grandes pintores en la Europa del Renacimiento, y en América por los pintores de la conocida escuela cuzqueña, por su estabilidad y permanencia de color.

Leonardo da Vinci, Alberto Durero y Fra Angélico fueron algunos de los ilustres pintores que le dieron vida, llegando a denominar al polvo de lapislázuli como «oro azul». En aquella época, su precio superaba en más de cuatro veces el precio del oro, y fue usado en la decoración de muebles para conferirles valor, algunos de los cuales pueden observarse en grandes museos de Europa como El Prado (Madrid, España), el Castillo Sforzesco (Milán, Italia), o el Louvre (París, Francia), así como en colecciones privadas.

En la actualidad se sigue empleando en la creación de joyería especialmente en Chile, las cuales se exportan en grandes cantidades a Europa y Estados Unidos.